Si resumimos el acto en una palabra, fue: emotivo, vivido, entrañable…
Realmente es difícil resumir o describir lo que allí se vivió. Fue una explosión. Fue una sensación de algo que va a más, de algo contenido, que se va sacando, compartiendo, hasta llegar a un culmen.Y con esto, ustedes se quedarán igual. En palabras de la Hna MªEugenia, «un parto». Lo que yo digo…algo que se estaba gestando, conteniendo, criando, trabajando…Y salió, se expresó, se dio, se compartió.
Porque fue eso: traer las Hermanas Elisa y Mª Eugenia su vocación cuidada, rezada, trabajada y dada, regalada por Dios y, traída hasta el dia 8 de diciembre del 2010, en que nos lo contaron, en el que pidieron a Dios que las admitiera, en el que se lo pidieron a su Institución, representada por la Hna. Conchi, Superiora General de la Institución. Con todos nosotros como testigos y concelebrada por 9 Sacerdotes, de los cuales presidió el Padre Silvio de los Sagrados Corazones y director espiritual de Mª Eugenia desde hace 12 años, como ella recordó y por el que dio gracias.Fue un acto emotivo por lo que se celebraba, por quienes podíamos disfrutarlo con ellas y por quienes estaban ausente en la tierra, pero celebrándolo desde el cielo, y porque ellas habían cuidado mucho el cómo transmitirnos que eran de Dios, porque Él había querido fijarse en ellas sin más, no por lo que son, y que ellas, como María sólo podían, (sin apenas entenderlo), decir: «Sí quiero» y entonar el Magníficat, un canto de alegría, de alabanza.
Y alegría, juventud, frescura se transmitió en los cantos de ese coro amigo, en la voz de Iñaki, Misionero Claretiano, que tuvo el detalle de venir expresamente desde Madrid, para alegrar una Celebración tan importante.Esa originalidad de las Letanías que tanto nos emocionó al reconocer entre los Santos a los más especiales para estas Hermanas: a los patronos de sus orígenes, de su camino, de sus familiares.
Fue un acto sencillo, espontáneo, donde Silvio les instó a permanecer, a saberse queridas, aceptadas y acogidas por sus Hermanas, donde a partir de hoy deben desempeñar su función en la tierra, trabajar por la santidad de la Iglesia. Menuda tarea!!
Y no era para menos estar internamente nerviosas, aunque no lo aparentasen, pero que de vez en cuando dejaban entrever entre gestos, lágrimas o en la voz de la Hna. Almike que tanto había rezado por los demás para que estuviesen serenos, y que se unía a la fiesta renovando sus Votos Temporales hasta la próxima festividad de la Inmaculada Concepción.Todas las Hermanas estaban recogidas, emocionadas. De la mano del Padre Nacho, habían procurado pararse un poco, retirándose el día previo en oración. Hermanas en representación de todas las casas estaban presentes para acoger a las nuevas Hermanas, Elisa y Mª Eugenia, y acompañarlas en un día tan grande para ellas.
Amigos y familia estábamos allí y ellas supieron agradecer muy, como he dicho ya repetidamente, muy emotiva y sencillamente, en la voz de la Hna. M.Eugenia: los esfuerzos de todos por estar allí, de todos de los que viniendo desde lejos les sorprendieron, les cantaron, les mandaron mensajes, oraciones. Agradecieron a Dios la historia de Amor que tuvo con ellas, para ambas, desde sus inicios como voluntarias en Regina Mundi, los acogidos, su connoviciado, su maestra de novicias: hoy, Superiora General, Hna «Conchi»; sus acompañantes, Silvio y el P.Javier (ausente contra su voluntad); las Hermanas y casas por las que han pasado, sus dudas, miedos, caídas y «levantás» como diríamos en el argot de la Semana Santa andaluza; sus familias presentes y ausentes que las apoyan y que han sido protagonistas en la transmisión de la Fe y, a las que dejan humanamente, para servir sólo a Dios.En las ofrendas, cada una entregó algo, un candil la Hna. Elisa y un diccionario de inglés, la Hna M.Eugenia, transmitiéndonos así cuáles quieren que sean la Luz y el lenguaje de Amor que desean que se impongan en sus vidas de religiosas, como Hermanas de la Institución Benéfica del sagrado Corazón de Jesús.
Y así resultó una fiesta, una celebración en la que ni el celebrante ni las hermanas, ni ninguno de los allí presentes, pudimos dejar de soltar algún que otro llanto (no lágrima), por la emoción y alegría, de compartir la ilusión de que son de Dios, que son generosas al entregarse, que es una buena causa, que ellas lo viven y quieren responder a Dios. Así, cómo no vamos a apoyarte, hermanita?Yo soy testigo de la preparación en la distancia de voces a veces cansadas, nerviosas y también la noche antes de no poder conciliar el sueño, pero, siempre, de lejos y de cerca, soy testigo de la confianza en Dios, del trabajo diario, de la ilusión, la vida, el amor, la entrega… Y eso es lo que viví allí y por eso no pude dejar de emocionarme.
Como las comidas, esto es algo que ha llevado un tiempo prepararlo, para comerlo, disfrutarlo en poco tiempo. Pero aunque el acto acabase, esto es sólo el principio. El principio del Fin, de la última etapa de sus vidas según propósito humano y si Dios lo permite, Que así sea.
Familia de Mª Eugenia
Familia de Elisa