La experiencia de Lourdes que publicamos a continuación es la vivencia de José Miguel, voluntario y colaborador de la Casa de Almería. LLeva muchos años colaborando en la Institución y ha querido estar presente en esta Peregrinación para celebrar la entrada en el cielo de la Madre Rosario: «La verdadera historia de esta visita, hace ya algún tiempo que comenzó. En mis planes más próximos, no estaba previsto una visita a Lourdes, pero de pronto, me encontré con el regalo que me hacía la Madre Rosario, por boca de las religiosas de la casa de Almería, y desde un primer momento dije, yo voy.
Quizás habría que remontarse 40 años antes, cuando con mis padres y entonces mi novia visitamos a la Señora de Lourdes.
Yo había jurado bandera cerca de la frontera y qué momento más apropiado para visitar Lourdes, ya que estábamos tan cerca y mi madre ya se encontraba enferma.
En aquel entonces le pedimos a la Virgen que mi madre se curara, y aunque esto no pudo ser, ninguno se imaginaba el gran regalo que nos tenía preparado a toda la familia, años después.
Por tanto esta visita en peregrinación de este año podemos decir que ha sido un reencuentro.
Ya me hubiera gustado que mi mujer María Ángeles hubiera estado conmigo, como en la primera visita, pero os puedo asegurar que ha estado de verdad porque sus oraciones y las mías han llegado juntas a las Señora.
La Inmaculada Concepción tiene en nuestra vida y en nuestro matrimonio un significado muy profundo. Dos años más tarde de nuestra primera visita, elegimos precisamente el día 8 de Diciembre día de la Inmaculada Concepción para casarnos, y año tras año, hemos visitado a la Virgen este mismo día durante 36 años, ahora con nuestro hijos para darle las gracias por nuestra familia.
Pero volvamos a la peregrinación.
Cuando te acercas a la gruta por primera vez sientes la fuerza de la fe de las gentes, pasas tu mano por la piedra húmeda, ves las necesidades tan grandes que tiene la gente y te das cuenta de que todos tus problemas no tienen importancia, es entonces cuando levantas la vista para ver la imagen de la Virgen y en ese preciso momento ya no puedes dejar de mirar, es como si algo te llamará constantemente hacia la gruta, estés donde estés, ya no puedes dejar de mirarla.
Ver como tantas personas que sirven a los últimos y a los necesitados como voluntarios por amor a Jesús, no esperan ningún agradecimiento ni gratificación y que como la Madre Rosario, a lo largo de toda su existencia, fué una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida.
Como ella, hemos querido llevar en el corazón su ternura y su sonrisa, recordando el regalo de una vida entregada a los demás.
Por último y a modo de resumen una experiencia. Cuando en Bilbao de regreso de la peregrinación nos subíamos en el autobús le he preguntado a Andrés, este joven de Sevilla que en silla de ruedas, y con las manos un poco torcidas, un monóculo en las gafas para distinguir alguna letrilla, le pregunto: ¿y tú Andrés qué le has pedido a la Virgen?
Me contesta: Yo le he pedido por todos.
¡Ya!, pero y para ti que le has pedido. (después de un breve silencio), me contestó: yo para mí no he pedido nada. ¿y eso? le pregunto. Pues para no entretener a la Virgen en las peticiones de los demás.
Solo Dios sabe la santidad de la gente que hemos acompañado al Santuario de Lourdes y a su Virgen Inmaculada.
José Miguel Moreno.