Ester y María son dos jóvenes que han pasado este verano por la Casa del Sagrado Corazón de Bilbao, haciendo un campo de trabajo dirigido por Iñaki, Misionero claretiano. Esta ha sido su experiencia:
«No queríamos que se nos pasara el verano sin más, por lo que decidimos apuntarnos a un campo de trabajo sin saber muy bien de qué iba la cosa y con algo de miedo por lo que nos íbamos a encontrar.
Cuando llegamos vimos a la H. Conchi, a las otras hermanas, a Mari Jose, Juanjo… y viendo que lo que hacían les llenaba de alguna manera, nos dieron fuerzas y ánimos para hacerlo nosotros también. Viendo lo felices que les hacía a ellos, ¿por qué tener miedo?
Al principio, algunos acogidos no se acercaban mucho y otros no querían cogernos cariño por miedo a que «sus vayáis». Luego, los días fueron pasando (ninguno a lo tonto) y empezamos a ver que nos reconocían y que se estaba creando una relación muy especial entre ellos y nosotros. Allí estaba Aita (Padre Dios). Le vimos en Anita y Juanito cantando juntos, aseando a los enfermos, dando de comer a Bienve, cuando Rosi cantaba «Juan Juan Luis…», etc.
Y si vimos a Aita en los enfermos, también fue porque aparte de las hermanas, y por supuesto de Iñaki, teníamos la ayuda y el ejemplo de Jose María Angoitia, que cumple todos y cada uno de los días viniendo a dar la misa. Pero no es una misa cualquiera, es una misa entre familia y amigos, porque se hace reconocer ante Anita cuando le toca la nariz o cuando se va a tomar un café con Rafa cada miércoles, o cuando baja a Antoñito en sus viajes rituales a Bilbao.
Al final, les cogimos muchísimo cariño y nos quedó claro que ya eran parte de nuestras vidas y que aquello no iba a ser solo una experiencia de ocho días con ellos, sino que volveríamos. Y vamos a volver, porque en Monte Avril, hemos descubierto que no se puede seguir a Jesús si no es desde el lado de los más pobres, y nosotros estamos seguros de que queremos ser como él.
Porque al igual que a las hermanas y a todos los voluntarios y trabajadores que forman parte de la Casa del Sagrado Corazón de Bilbao, en Monte Avril, (como Amaia o Rosi, que lleva yendo desde los 17 años hasta los ochenta y tantos todas las semanas de su vida), seguir el estilo de vida de Jesús nos hace felices«.