En las Casas del Sagrado Corazón se vive una vida de familia. Los acogidos se encuentran en un ambiente de libertad y cariño. Unos estudian o aprenden algún oficio, los niños acuden al colegio, y los que pueden ayudan en casa. Entre sí también se ayudan.
El que tiene posibilidades de recuperación se le realiza fisioterapia y rehabilitación y recibe los tratamientos necesarios. Los cumpleaños, santos y otras fiestas especiales también se celebran y se acuden a las ferias locales de cada sitio.
Enfermos y acogidos, hermanas y voluntarios forman la gran familia del Sagrado Corazón de Jesús. En palabras de la Madre Rosario «el enfermo desea ante todo que se le alivie en su enfermedad, pero también necesita que se le atienda como persona y como creyente. La gran terapéutica es ayudarles a encontrar el sentido profundamente cristiano de la vida, la enfermedad y la muerte».