«Me han pedido las hermanas que dé mi testimonio, no me lo han puesto fácil, pues llevo varias noches pensando en qué deciros.
Bueno, lo primero creo que sería responder ¿por qué he adquirido el compromiso de venir a Regina Mundi todos los jueves? Salvo fuerzas de causa mayor.
Pues hace ya más de tres años que mi amiga Luisi me comentó que estaba viniendo a Regina a colaborar, yo me lo pensé un par de semanas y cuando dije voy, lo dije de verdad. Vine porque estaba buscando y digo buscando porque durante toda mi vida creo que es lo que he hecho, primero buscaba ser buena en mis estudios, en mi trabajo; pero ello no acababa de realizarme, después decidí que quería tener familia numerosa, también lo conseguí y me dediqué por completo a mi familia; con el paso del tiempo mis hijos me necesitaban un poco menos y mis padres un poco más. Y yo seguía buscando, algo me faltaba y fue entonces cuando decidí venir.
Me acuerdo perfectamente de primer día, intenté ser amable y cariñosa; cuando regresé a casa creo que no pegué ojo en toda la noche, preguntándome cómo habría llegado cada persona hasta aquí, cómo habría sido su vida. Aquí encontré señoras como Agueda o Lola Polo, que me recordaban a unas tías mías, ya fallecidas. Y pensaba «¡Dios mío, qué duro para ellas!», esto me ocurrió durante las primeras semanas, incluso mi marido me dijo que si me venía bien venir, que siempre me volvía pensativa.
Poco a poco comencé a ganarme su confianza y cariño, comencé a aprender de ellos y pensé que sí, que era esto lo que estaba buscando, pues aunque algún día se hace duro, os puedo asegurar que cuando salgo de aquí me vuelvo un poco más feliz que cuando entré.
La segunda pregunta sería: ¿Qué aporto yo a la casa? Pues creo que traigo un poco de alegría y cariño, pues yo al entrar aquí parece que sale de mí algo que tengo escondido, me vuelvo cariñosa y besucona, gastamos bromas y nos reímos, otros día hasta yo me admiro de la paciencia que soy capaz de tener pues también hay días malos.
La tercera pregunta sería: ¿Qué me aporta? Esto es lo más interesante pues yo salgo ganando, yo ya cuento las semanas de jueves a jueves, no porque me cueste venir, sino porque durante toda la semana me acuerdo de ellos. Cuando entro por la puerta como ya os he dicho, soy otra persona y esto lo obran ellos.
Cuando me voy sigo pensando en ellos, pero ahora lo veo de forma distinta, cómo aceptan sus padecimientos, sé valorar cada uno de sus dones: la alegría y gratitud de Visi, la constancia de Paco, las picardías de Rafaela, la paciencia de Vane con sus dolores, el cariño de Rocío e Isabelita, los comentarios de Pepa, la persistencia de Julia en su recuperación, los consejos de Rosa, la paciencia de Matilde…
También me sorprende el cariño y la ternura con que Maripepa y Dolores tratan a los residentes, pues lo suyo no es vocacional y hacen su trabajo siempre sonriéndoles y dándoles palabras de consuelo.
En cuanto a las hermanas les he preguntado cómo se lleva esto todos los días, con sus días y sus noches, ellas se aferran a su crucifijo, Cristo las mueve y de qué manera.
En fin, todos me aportan, me aportan mucho, me hacen ser mejor persona, veo todo lo que tengo y doy gracias por ello. He aprendido a valorar la adversidad y saberle plantar cara como hacen ellos, a valorar cada momento. Ahora comprendo que la felicidad no está ni en lo que tienes ni en lo que eres socialmente, la felicidad nos la da el compartir nuestras vidas y más con aquellas personas que más nos necesitan.
Gracias a ello me siento mejor y soy más feliz y es verdad».
Flor.