«Cuando ha ce más de tres años decidí hacer voluntariado, le pedí a Dios que pusiera a alguien en mi camino que me ayudara a encontrar el sitio, y fue Curro SSCC el que me habló de Regina Mundi y me llevó el primer día.
Tengo que reconocer que al principio fue un poco impactante: la soledad, la enfermedad, el sufrimiento, la vejez, la muerte, el desarraigo familiar, eran realidades que nunca había tenido tan cerca ni tan juntas. Me hicieron pensar y reflexionar sobre todo ello y no fue fácil.
Pero con el paso del tiempo, descubrí que esas realidades que se veían desde fuera no tenían nada que ver con lo que se vivía en la Casa. Aquí no se respiraba tristeza sino alegría, en vez de sufrimiento, agradecimiento. Descubrí que Regina es una familia en el sentido amplio de la palabra, y por tanto con todas las cosas buenas y menos buenas que pasan en todas las casas.
Para mí todos estos jueves han sido tardes en las que he recibido tanto cariño, tanto agradecimiento, tanto amor, tanto, tanto…que yo me pregunto qué es lo que yo doy a cambio cuando vengo.
Yo entrego ¿qué?, unas horas, una tarde a la semana, tiempo al fin y al cabo, pero me llevo tantas cosas. Estar en Regina es una experiencia de fe, porque Jesús está en cada rincón, en cada muestra de cariño, en cada persona de la Casa: en las bromas de Matilde, en la sonrisa de Isabelita, en la entereza y el tesón de Julia, en la alegría de Rocío, en el constante agradecimiento de Visi, en la entrega de la Hermana Emma, en el cariño de Maripepa, en el reparto de la cena donde la Hermana Elisa parece una madre poniéndole a cada uno lo que le gusta…
El venir a Regina me acerca a Jesús y me hace crecer en la fe, me ayuda a valorar lo que tengo y me hace ser mejor persona».
Testimonio compartido por Luisi, en la Convivencia de Regina Mundi
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