«Grande y generoso es el Señor».
«Toda gran experiencia para el alma tiene como semilla a la Divina Providencia. El regalo de quien nos ama sin medida. Regalo que Dios nos ofrece cuando somos capaces de extender los brazos para recibirlo.
Para mí, uno de estos regalos ha sido sin duda el encuentro y la experiencia en la Casa de Granada de la «Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús». Un regalo que solamente a los ojos de las apariencias es fruto de la casualidad.
Al principio iban a ser siete días de experiencias intensas que pasaron a ser diez debido a lo feliz que me sentí en la casa. Diez días que empezaron con mi miedo inicial al llegar. Miedo que Dios me quitó ya que es El el que nos da la fuerza para no desistir en la lucha.
Diez días compartiendo con las Hermanas, los residentes y los otros voluntarios. Compartiendo un mismo espacio, un mismo tiempo y la búsqueda del rostro de Dios. Días intensos junto a personas que realizan una labor sustentada en la fuerza del Señor.
En la casa he sido acogida como una más de la familia. Una gran familia que reside en la casa. «La casa no son solamente cuatro paredes, sino que se sustenta por la fuerza del amor, de la misma forma que sucede en cualquier otra familia».
Han sido días en los que he podido participar en las labores de la casa junto a otros voluntarios que ofrecen su tiempo y su dedicación a la causa. He podido participar en la Eucaristía y en otros momentos de oración con las Hermanas. He compartido mis ideas y mis inquietudes con ellas, he paseado con una de ellas por Granada, me han dado buenos consejos y siempre me han ofrecido todo lo que he necesitado, y más; y también he tenido la gran suerte de haber podido conocer un poco lo que es su forma de vida, la cual me ha parecido una vida plena en comunión con Dios.
Después de estos días de experiencia en la casa, me he quedado maravillada de la presencia de Dios en todos los que habitan en ella; en los gestos de las Hermanas, en la disposición generosa de los voluntarios, en la sonrisa de los residentes…
Sin duda una experiencia tan fuerte que tardaré en asimilar. Experiencia que deseo repetir y de la cual me llevo muchas cosas y a mucha gente… Experiencia en la cual uno siente a Dios de manera palpable y que recomiendo vivir a todo el que quiera aventurarse en ella».
Marta, de campo de trabajo en la Casa de Granada, comparte su testimonio de estos días.
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