El pasado martes 17 de enero, fallecía en la Casa de Bilbao, la Hna. Rosario Otazu, la última de las cinco primeras hermanas que iniciaron la Institución. Hermana entrañable de comunidad, de una espiritualidad y serenidad profundas y admirables. Ha pasado los últimos años en la Casa de Monte Avril, sirviendo a los enfermos con la misma delicadeza y cariño que el primer día, y sirviendo al Señor hasta casi el final de su vida, cuando cayó enferma. Confiada en la Misericordia de Dios, la Hna. Rosario estaba entregada a la voluntad divina y preparada para ser llevada de la mano de la Virgen a la Casa del Padre. Estas fueron las palabras de la monición que la Hna. Concepción, Superiora General, leyó en el funeral:
«Nos hemos reunido para despedir y dar gracias al Señor por la vida de la Hermana Rosario. Ella es una de las 5 primeras hermanas, es uno de los pilares donde el Señor quiso apoyarse para construir nuestra Institución. Con ella hoy termina aquella primera siembra.
Por todo lo bueno que hemos vivido y recibido de ella, hoy damos gracias a Dios».