José Carballido, voluntario de la Casa de Regina Mundi, cuenta su testimonio sobre la Fiesta de los Reyes Magos en la Casa de Sevilla, en un artículo que titula «Las lágrimas de Agapito»: «Hace unos días hemos celebrado la fiesta de la Epifanía del Señor, conocida popularmente como el día de los Reyes Magos. Es un día lleno de alegría, magia y sobre todo ilusión, especialmente para el mundo de los niños, aunque su fantasía nos inunda a todos los demás.
Aquí en Regina Mundi lo hemos celebrado, como siempre venimos haciendo, con actos festivos y alegres, acordes con el día que representa, comenzando con la Santa Misa a las 12 h. y seguidamente pasando a los esperados momentos de la entrega, por parte de los Reyes Magos, de los regalos a los presentes destinatarios de los mismos.
Siempre, la persona que ha protagonizado nuestras miradas y atención en este evento, ha sido nuestro niño Miguel Ángel, pues él exterioriza más que nadie sus alegrías con los Magos de Oriente, cosa lógica dada su edad. Pero este año, al menos este voluntario que os escribe, ha desviado su punto de enfoque a otra persona acogida en esta Institución, concretamente a Agapito Álvarez Cornejo de 60 años.
Agapito lleva entre nosotros cuatro años. Llegó desde el hospital, donde se encontraba con un cuadro clínico muy desfavorable, siendo diabético, con una pierna amputada y sin poder hablar, entre otras problemáticas. Regina Mundi lo acogió e inició su recuperación, tras la amputación de la pierna derecha para poder salvar su vida. Actualmente se encuentra mucho mejor y aunque no consigue articular palabras y menos una frase entera, él entiende y comprende todo lo que se le dice y le rodea.
En el acto de entrega de regalos le vimos llorar, cuando los Reyes Magos se acercaron a él y le abrazaron, al entregarle los regalos con sus presentes. Entonces pensé ¿Qué pasará por la mente de Agapito, cuando se ve rodeado de personas que le quieren, que le abrazan y le dan regalos?. Daría algo por descifrar sus pensamientos y traducir lo que encierra su mente. Pero quizás no sea muy difícil adivinarlo, pues lo que él hace es un análisis comparativo, entre lo que era su vida en la calle solitario y enfermo grave, con su actual situación, desde su llegada a Regina Mundi.
Siendo así entendemos su llanto. No son lágrimas de pena, ni de coraje, ni de contrariedad. No, en este caso son lágrimas de emoción, de alegría, de agradecimiento y de ilusión. Son lagrimas que vierte para dar gracias a Dios, porque ha conseguido salvar su vida y cambiarla por otra mucho mejor. Ahora tiene un hogar, unos amigos y un sinfín de personas dispuestas a atenderle, ayudarle y darle el calor familiar que antes le faltaba.
Gracias Agapito por habernos demostrado que tienes un corazón grande, noble, agradecido y enormemente sensible. Confía en nosotros, siempre tendrás nuestra ayuda y no te defraudaremos».